17 de mayo de 2009

El tiempo puede hacerlo poema

Transporte urbano de pasajeros en cuyo interior viajamos entibiados por el sol de las catorce y treinta. Sol que disipa otro intento excéntrico del frío por convertir este otoño en invierno. Sentado en la hilera simple un durmiente no tan bello concentra mi atención. Desde sus orejas cuelgan cables que se pierden rumbo a un celular en sus manos. Al parecer, la combinación de las melodías con el efecto incubadora acabó con lo que en este cuerpo pudiera haber de pasión, o cualquier otro motor de su vida despierta. Cabellos prolijos y vigorosos brillan en la cabeza que pende y oscila dócil ante los bandazos del coche, va como muerto. Pero el pulgar sobre las teclas del teléfono -atrapado con firmeza en su mano- lo convierte en el operador universal y anónimo a quien la muerte detuvo cuando intentaba enviar un pedido de ayuda. Ya no la necesita. Un aura de voluntad derrotada flota en esta escena en la que sobra claridad y de la cual me alejo deseando que estas imágenes no desaparezcan al bajar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y por qué no lo hacés poema? pronto!!
Juli