

## Hoy salí para el trabajo con menos ropa, se anuncian calores y tengo ocho -de las quince cuadras que camino- en subida. Esto era lindo en invierno, las trepaba como alpinista. Llego, armo rápido las actividades en el negocio y parto hacia el banco.
Yo era el ágave que te regalé, lo que te había quedado de mí. Ahora que ya no existe, no es necesario explicar nada. Dijiste que no te gustaba porque tenía espinas y podía crecer mucho. Pero la verdad es que el ágave era yo, y no me querías cerca. Las espinas son para defenderse, pero para vos los signos del peligro estaban en cada cosa que te rodeaba. Los ágaves crecen mucho si se los pasa a tierra. Lo nuestro tampoco creció pero sí hubo heridas. Me recordaste lo que leí de un personaje de Piglia, Lucía Nietzsche:El cuento completo aquí, parece larguito pero no tiene desperdicio.

Mi desencanto (que todavía no era fiel) avanzando a medida que el papel azul se volvía negro. El humo y el olor del aceite una evidencia difícil de esconder ante la llegada de madre. Que escuchó mi relato apenas entró, sus ojos yendo de la sartén a mí, de mí a la sartén. Una mirada de incredulidad y preocupación. Porque, después de todo, se trataba de un niño de nueve años.


TRABAJAR: 'sufrir', 'esforzarse, procurar por', 1220-50, de donde más tarde 'laborar, obrar', siglo XIV.
Del latín vulgar TRIPALIARE 'torturar', derivado de TRIPALIUM 'especie de cepo o instrumento de tortura' , siglo VI. Este es compuesto de TRES y PALUS, por los tres maderos cruzados que formaban dicho instrumento, al cual era sujetado el reo.
De trabajar deriva el sustantivo trabajo, 1212, que conserva en la Edad Media y aún hoy en día el sentido etimológico de 'sufrimiento, dolor'.
La forma primitiva fue trebajar, que luego sufrió asimilación de las vocales, pero con tre- se pronuncia todavía en catalán.*
Así que siendo odiado Lunes del trabajo, dije: a jugar un ratito, sí, aunque sea un ratito aquí**